Los cuadros de Jávea

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En 1894 Sorolla
viaja nuevamente a París, donde desarrolló el luminismo, que sería característico de su obra a partir de ese momento.

Comenzó a pintar al aire libre, dominando con maestría la luz y combinándola con escenas cotidianas y paisajísticas de la vida mediterránea.

Free Image Hosting at www.ImageShack.usEn obras como ‘La vuelta de la pesca’, ‘La playa de Valencia’ o ‘Triste herencia’, describió el sentimiento que producía la visión del mar Mediterráneo, comunicando el esplendor de una mañana de playa con un colorido vibrante y un estilo suelto y vigoroso.

Un nuevo siglo marca el futuro del pintor valenciano. Sorolla sorprende a París ‘Con Triste herencia’ donde es galardonado, en 1900, con el ‘Grand Prix’ en el certamen internacional de París.

Sorolla, que cuenta con treinta y pocos años triunfa de forma apoteósica.

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En la primavera de ese año se instala en Jávea (Alicante) y se enfrenta con el paisaje, al que tratará con otra percepción visual y que pasará a ser otro de sus temas favoritos.

Los cuadros de Jávea

Seguro de sí mismo y de su éxito se atreve con una pintura mucho más personal, impetuosa, de pincelada cargada, segura, y que se manifiesta radicalmente en los cuadros de Jávea, marcando una segunda fase en su obra pictórica.

Su lucha por atrapar la luz convierte el trazo en manchas de color que en muchas ocasiones no acaban de manifestarse en formas claras y comprensibles. Todo se transforma en brillos y contrates.
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Muchos juicios se hicieron sobre esta nueva forma de pintar del ya reconocido artista. Los cuadros de Jávea fueron los que produjeron mayor escándalo, muy a pesar de ser conocido por incluir en su obra la crítica social, desgarradora y bella, como en ‘Y aún dicen que el pescado es caro’.

Esta tendencia fue más allá de los límites propios de la pintura; pero fue beneficiosa para el desarrollo de su arte. Es el período de sus grandes conquistas como colorista: libre de toda traba, abandonándose por completo a multiplicar los recursos de su paleta, llega a conseguir resultados prodigiosos.

Es un arte eminentemente sensorial; ante esos cuadros, el pensamiento se anula, sólo se siente un placer intenso; se desea solamente gozar la contemplación de aquellas armonías cromáticas nuevas, imprevistas.

Es una sinfonía que embarga toda la actividad. La visión de Sorolla se hace excesivamente sensible a los cambios más fugaces de la luz coloreada, a la percepción refinadísima y a las relaciones más enérgicas de los valores cromáticos.

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